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Tu cuerpo
Rubí Vhelzue
En el primer instante, admiré tu semblante;
cabello brilloso aterciopelado al verte,
rostro perfecto en geometría y carne,
facciones faciales armoniosas y distantes,
grandes y puros ojos llamándome alegres,
cuerpo esbelto, sin defecto ni detalle al toque.
Hombros, clavícula, senos y abdomen bellos,
piernas radiantes y adecuadas a tu peso al gusto,
y pies como una obra arquitectónica de un museo,
cubierto de una magnífica hipodermis estupendo.
¿Quién podría no ceder a tan semejante obra real?
¿Quién se impediría besar y tocar gozante tributo?
Oh, vida mía, te lo pido con arma blanda en mano,
déjame recorrer tu cuerpo y explorarlo por completo,
porque semejante trofeo, en mi pared y refrigerio,
merece ser contemplado y consumido lentamente,
por el mayor amante del cuerpo femenino.